Esta primera entrada sobre la labor cultural de nuestro autor la dedicaremos a explicar sus obras de juventud, previas a la escritura de Cuentos de Barro.
Salarrué comenzó a escribir en una época de transición entre la literatura política dedicada a lo autóctono, y una literatura modernista capaz de abarcar conflictos universales en donde el lugar de la narración no es lo determinante.
En sus primeras novelas, El Cristo negro (1926) y El señor de la burbuja (1927) se enfocó más en conflictos morales entre el bien y el mal. En El cristo Negro, su primera novela corta, el protagonista, un monje, en un intento de hacer el bien y librar el mundo de sus pecados asume hacer él las acciones más deplorables en lugar de los demás. Esto provoca que el pueblo, la humanidad, al que está intentando ayudar lo acabe rechazando.
Él venía para amenguar el Mal. No para lavar la mancha de los hombres, sino para evitar que se mancharan más. Hubiera querido ser múltiple en el mundo; alargar su brazo entre los hombres doquiera el mal estaba por hacerse. Extender el radio de sus crímenes por el orbe entero. Hacerse el instrumento del mal, de y para la Humanidad. Luchar por ser él sólo el cruel, él sólo el monstruo, él sólo el maldito.
De El Cristo negro
En El señor de la burbuja, don Javier Rodríguez, propietario de la finca La Burbuja, tras una vida de penurias junto con su mujer y su hijo, se debate internamente entre el bien y el mal. Al final, acaba ganando el bien y don Javier Rodríguez toma partido por las causas de los desampardos.
Más adelante se va dirigiendo hacia temas más espiritualistas y fantásticos con O-Yarkandal y los relatos Remotando el Uluán. En 1929 publica O-Yarkandal, en ella a través del narrador Saga conocemos la historia del imperio lejano de los Darthdálicos. Es una obra con influencias de la literatura oriental que se aleja de lo que uno esperaría de Salarrué después de haber leído su posterior literatura de madurez (Cuentos de Barro y Cuentos de Cipotes, por ejemplo). Para la edición de este libro, Salarrué hizo ilustraciones de su mundo fantástico.
Hay sobre el mar una isla misteriosa que flota y huye de los barcos como un ser consciente que no quiere dejarse ver, y se cuenta que cuando el mar se pone fosforescente es una señal muy probable de que esa isla encantada está pasando en altamar. Pero esto nadie lo ha visto ni lo verá y sin embargo se cuenta y los soñadores lo creen y están convencidos de que así es.
De O-Yarkandal
Los relatos de Remotando el Uluán son de carácter teosófico, además de fantásticos. El narrador, en su odisea por el curso del río Uluán, se encuentra con serpientes luminosas o cascadas de fuego.
Llegaron para unírsenos, Jabas, Estrenio, y el guía Okok, que era de Bundulupane, y había sido pescador veinte años atras en las islas Il-Yana en mar Maracol.
—Por fin hemos llegado al Uluán —dijo Estrenio.
De Remotando el Uluán
Tras el Golpe de Estado del General Martínez comienza la censura y una época de represión en El Salvador. En estos momentos la poética del autor da un giro y, sin abandonar la poeticidad propia de los mundos imaginados, comienza a focalizar sus narraciones en relatos vernáculos con personajes indígenas (campesinos, peones, delincuentes, pescadores, etcétera).
